Atrapados: Cómo los supermercados españoles abordan el empleo de pescado salvaje en su cadena de suministro acuícola

December 2020 Report
Atrapados: graphic of shopper in supermarket near fish counter

Resumen ejecutivo

En 2019, el consumo doméstico total de pescados y mariscos en España superó ligeramente el millón de toneladas, suponiendo esto un consumo promedio de 22,53 kilos per cápita, es decir es el quinto consumidor mundial. El producto más consumido es el pescado fresco (cuota de 43,3% del volumen), luego vienen las conservas de pescado y molusco (19,6%), seguidas por los mariscos y moluscos frescos (14,6%) y por los pescados congelados (10,1%). Durante ese mismo año, los hipermercados, supermercados, autoservicios y tiendas de descuento representaron el 72,7% del total de las compras de productos pesqueros (el 23,3% restante corresponde a las tiendas tradicionales). Por lo tanto es evidente que los supermercados tienen la ineludible responsabilidad de ser líderes en la gestión de los océanos. Este informe explora hasta qué punto están asumiendo esta responsabilidad en cuanto a los pescados y mariscos de cría que ofrecen en sus lineales, pescaderías, refrigeradores y congeladores.

Según la FAO, en 2017, el 93.8% de las poblaciones de peces marinos del mundo habían sido explotadas hasta su límite o sobrepescadas. Dado que muchas comunidades del mundo dependen de que las poblaciones de peces estén en un estado saludable para poder garantizar sus necesidades nutricionales y su supervivencia, es imperativo que nuestros océanos sean gestionados y valorados adecuadamente. En este contexto, la acuicultura -o piscicultura- es presentada como una solución. Supuestamente, en lugar de extraer peces del océano, podemos “cultivarlos”, creando una fuente saludable de proteínas sin alcanzar los límites ambientales. Desafortunadamente, las cosas no son así: los mayores compradores mundiales de peces pelágicos -como sardinas, arenques o anchoas-, son las industrias acuícola y ganadera. Casi una quinta parte de los desembarcos mundiales de pescado se utilizan actualmente para producir harina y aceite de pescado (FMFO, por sus siglas en inglés: Fish Meal and Fish Oil) que abastece a la ganadería industrial y a la acuicultura y se prevé que la demanda crezca a medida que se expande la industria acuícola (ver Capítulo 2). Sin embargo, este pescado podría emplearse directamente para alimentar a personas.

Más de la mitad de los alimentos marinos que consumimos en el mundo son producidos en instalaciones acuícolas, proporción en aumento: se estima que representarán el 60% del consumo mundial de pescado en la próxima década. Esta tendencia global se refleja en España, donde el sector de la acuicultura crece rápidamente.

En los expositores de los supermercados conviven las especies salvajes (como bacalao, merluza, anchoa y boquerón, atún, rape, pulpo o determinados crustáceos) con las de cría (salmón, trucha, crustáceos de aguas templadas, lubina, corvina y dorada, por ejemplo), pero estas últimas están cada vez más presentes y ocupan más espacio, implicando indirectamente que lo que se está consumiendo es una enorme cantidad de especies salvajes a través del FMFO (en la denominada “acuicultura alimentada”).

Sin embargo, muy pocos consumidores conocen el origen del pescado que adquieren, si es de cría o no, y mucho menos cómo ha sido alimentado. Es por ello que este informe pretende aportar a la ciudadanía una información muy relevante acerca de los impactos de la industria acuícola en el mundo, siendo España el mayor mercado consumidor de pescado fresco de la UE, uno de los mayores mercados consumidores de productos acuícolas y el mayor productor de pescados y mariscos de cría, también de la UE, casi un cuarto de la producción acuícola (23,0%) del total europeo, incluyendo especies alimentadas con FMFO como la lubina, la dorada o la trucha.

En lugar de ser una solución a la compleja crisis que amenaza la salud de nuestros océanos y la vida marina, la acuicultura está suponiendo una carga inaceptable para las poblaciones de peces salvajes y para los ecosistemas marinos, poniendo en peligro la vida y los medios de subsistencia de las personas y comunidades que dependen de ellos en el Sur global. Dado el creciente interés público por el origen de nuestros alimentos y por la alimentación responsable y saludable, el sector de la distribución no puede permitirse hacer la vista gorda ante este problema.

Con un modelo responsable, el cultivo de pescados y mariscos podría algún día aliviar la presión sobre las poblaciones marinas, sin embargo el modelo actual es profundamente insostenible y los científicos advierten que, si continuamos con las actividades habituales, nuestros océanos alcanzarán el punto de inflexión.

Los supermercados tienen un enorme poder para moldear los gustos del público y las opciones de compra, así como para educar a los consumidores sobre el impacto de los diferentes tipos de consumo.

En su papel de intermediarios entre los productores acuícolas y el público, son los actores más poderosos del mercado. Son los árbitros de las normas para la producción de alimentos a lo largo de sus cadenas de suministro y, como tales, tienen la enorme responsabilidad de hacer que sus proveedores garanticen que la correcta gestión de los océanos es el principio más importante.

Malos resultados para los supermercados españoles.

En este informe han sido clasificados los diez principales distribuidores de España según un sistema de puntuación basado en un conjunto de criterios diseñados para evaluar la eficacia con la que están asumiendo su responsabilidad de proteger nuestros océanos y ofrecer a sus clientes pescados y mariscos de cría sostenibles.

Queda claro, a la vista de esta puntuación, que ningún operador de la gran distribución tiene entre sus objetivos la reducción, y en última instancia la eliminación, de la incorporación de pescado salvaje a los piensos acuícolas. En ese sentido, el sector se sitúa muy por detrás de países como el Reino Unido o Alemania, donde estudios similares a éste -con los mismos indicadores y la misma metodología- muestran como algunas cadenas de distribución (no todas) están dando pasos en una dirección que consideramos correcta. En España ni siquiera hay un líder, una empresa que aborde esta temática de manera seria y responsable.

Por ejemplo, en el Reino Unido, a diferencia de España, varias cadenas han contestado al cuestionario que se les ha enviado, facilitando volúmenes vendidos y nombres de proveedores; algunas son transparentes acerca de sus cadenas de suministro (por ejemplo Lidl, que en España sin embargo ha declinado contestar a nuestras preguntas), tienen una política sobre los piensos de los productos de cría que comercializan, invierten en investigación y desarrollo sobre piensos alternativos al FMFO o reconocen la necesidad de ir más allá de la certificación: por ello, las puntuaciones se elevan hasta 60% en el caso de Tesco o 44% en el caso de M&S (compárese con los datos de los supermercados españoles; la peor puntuación la tiene Aldi -con 12%-, que equivale a la mayor puntuación en España). En Alemania algunas empresas han mostrado un compromiso serio con nuestra investigación, facilitando parte de la información solicitada. Existe en algunos casos un compromiso con el desarrollo de ingredientes alternativos (en el caso de la empresa con mayor puntuación, por ejemplo -Kaufland, con 48% en el estudio alemán- , se trata del primer supermercado alemán que ofrece salmón alimentado con aceite de algas en lugar de aceite de pescado). Por citar otro ejemplo, Lidl -con 38%- exige a sus proveedores utilizar para la elaboración del pienso preferentemente desechos de la pesca y reducir al mínimo la presencia de FMFO proveniente de la pesca de animales salvajes. Incluye también una cláusula sobre mortalidad en sus pliegos de condiciones para los proveedores. Las peores posiciones -Metro AG con 10% y Aldi Nord con 15%- son muy similares a las mejores posiciones en España. Destacamos negativamente la promoción del consumo de salmón realizada por los supermercados españoles, dado que se trata de una especie que aporta proteínas a nuestra dieta de una forma ineficiente: producir pienso para producir peces es menos eficiente que cultivar o capturar para alimentar directamente a humanos.

Estrecha relación entre los supermercados y las prácticas insostenibles.

Nuestras anteriores investigaciones han probado que existe una estrecha relación (más o menos directa según casos) entre el sector del FMFO, el sector acuícola y los distribuidores. En algunos casos esta relación se hace incluso más evidente, como el caso de la empresa Mowi -el mayor productor mundial de salmón del Atlántico y uno de los mayores productores mundiales de alimentos para acuicultura-, que se ha convertido en el principal proveedor de salmón de Lidl en España, como describimos en el capítulo 3 de este informe. Se describe también la relación comercial entre Mercadona y Lerøy (uno de los mayores productores europeos de pescado de cría).

Las empresas noruegas Mowi y Lerøy son los dos principales productores mundiales de salmón de cría. Directa o indirectamente, obtienen cantidades significativas de FMFO de fuentes altamente problemáticas, como África Occidental (Mowi obtuvo más de 10.000 toneladas de aceite de pescado de Mauritania en 2019) y Perú (el origen de más de una cuarta parte del aceite de pescado de Lerøy en 2019). Para tener una visión más completa de los problemas relacionados con el FMFO producido en África Occidental y Perú -incluido el colapso de las poblaciones de peces, las prácticas de pesca ilegal y el desvío de peces aptos para consumo humano-, consulte nuestros informes: Pescando una catástrofe: cómo la cadena de suministro de la acuicultura está liderando la destrucción de las reservas de peces salvajes y despojando de alimento a población de India, Vietnam y Gambia6 y Escondido en la profundidad: Destapando la verdad sobre la descomunal industria peruana del pienso y el aceite de pescado.

España tiene la oportunidad de priorizar productos más sostenibles (ambiental, social y económicamente) frente a las importaciones noruegas de salmón. Producciones como la de mejillón, hasta cierto punto más sostenibles, deberían favorecerse, dado el elevado potencial para alimentación humana directa.

Está más que claro que los supermercados españoles tienen un largo camino por recorrer hasta que se den las garantías que sus cadenas de suministro acuícola no dañen a la vida marina. Es necesario actuar rápidamente para que la acuicultura deje de depender de los peces salvajes y para garantizar que el crecimiento y las ganancias de esta floreciente industria no se produzcan a expensas de nuestros océanos y de las comunidades cuyas vidas dependen de ellos. Es hora de que el sector distribución intensifique sus compromisos con la sostenibilidad, reconozca los riesgos que plantean sus cadenas de suministro acuícola y se comprometa a eliminar gradualmente el uso de pescado salvaje en la alimentación de los pescados y mariscos de cría, estableciendo como objetivo para lograrlo a más tardar el año 2025.

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